Barcelona. La inercia inherente a mi esencia.
“Aceptarse, es el proceso de entendimiento entre tu consciente y tu inconsciente.”
Llevo un mes en Barna, pero fue desde el primer instante en el que sentí el suave olor marino acercarse por mi espalda, cuando comprendí, que la espiral estaba creciendo:
Llegué a mi casa, en el salón una pared pintada de verde, radiando armonía grupal, honestidad en las miradas y una economía compartida.
Llegué a la universidad, y como si de una obra de teatro se tratará me dispuse a comprar mis entradas, nervioso como el que va a ver su partido de futbol favorito, o a su cantante de toda la vida. Desde entoncés, todos los días entro sonriendo, con esa sonrisa eterna, que parece que se ha quedado incrustrada en tu interior.
Llegué a la calle, y la salude, la baile. La llegada fue con la luna llena y desde entonces mar y montaña formar toda la abundancia que me ofrecen. Música entre paredes, pinturas en el aire.
Llegué a las personas, me rejuvenecieron, me recordaron y nos compartimos. Viajamos en el mundo de las ideas, y creamos bonitas palabras, bonitas utopias en las que seguir creyendo.
Y llegué a mi, de nuevo, sin pudor, sin límites, con esplendor, con AMOR. El mismo que allí creaba/rezaba/proyectaba mis creaciones. Aqui la estrella se ilumina como allí, y entiende que la energía se transporta, el AMOR también viaja a mi lado, y como la farola, iluminamos juntos todo lo que nos rodea, TODO EL RATO.
Así llegué a entender, que mi terapia, es mi viaje, mis palabras, que hoy comparto. Vivir en un constante espectáculo psicomágico, hace ver y sentir la esencia en cada mirada, el clown interior de cada movimiento, la poesía de cada palabra, la dulzura en cada beso.
Llegué, me quedé y no pararé de vivir en ese mundo donde el Amor Universal me hace vibrar con mi mayor libertad.